Este blog pretende ser un cuaderno de notas que incluya recortes de prensa, reseñas, artículos de opinión,.. que nos inviten al debate y a cuantos comentarios y/o reflexiones nos sugiera el presente, el pasado o el futuro.

Isaac Newton decía "What we know is a drop of water, what we don´t know is an ocean".


martes, 8 de diciembre de 2009

Ajustando capacidad y demanda

Guía publicada por el National Health Service (NHS) dirigida a profesionales y gestores sanitarios. Proporciona una base teórica y ejercicios prácticos para identificar los recursos limitantes de un proceso (cuellos de botella) y ajustar la capacidad de respuesta de nuestra organización a la demanda existente, incluso en situaciones de variabilidad clínica.


Fuente: National Health Service (NHS)

El proceso y flujo de atención de un paciente o grupo de pacientes no tiene porqué mejorar por el mero hecho de dotar a la organización de más personal, recursos o equipos. En muchas ocasiones, hay recursos que limitan la capacidad global de respuesta por lo que es necesario identificarlos, redefinir los procesos e invertir solo en los más valiosos en cada proceso.

En este contexto, la guía nos explica de manera teórica y práctica cómo identificar y comprender los cuellos de botella, cómo actuar en los casos de variabilidad y cómo poner en marcha medidas para reducir esperas y retrasos. Además, contiene casos prácticos y recomendaciones útiles.

lunes, 7 de diciembre de 2009

POSICION DE LA ASOCIACION DE LA ECONOMÍA DE LA SALUD EN RELACIÓN A LA NECESIDAD DE UN MAYOR USO DE LA EVALUACIÓN ECONÓMICA EN LAS DECISIONES

Decisiones que afectan a la financiación pública de las prestaciones y tecnologías en el Sistema Nacional de Salud.

Interesante presentación sobre:
- Incorporación de la cultura evaluativa
- Valor social de las intervenciones sanitarias
- Otros ya han hecho público el debate y lo están incorporando a las decisiones.
- Entre tanto incorporar las EQ5


EL VALOR MARGINAL DE LO QUE HACEMOS: "MÁS ES PEOR"

XXX JORNADAS DE AES:
- Valencia
- 22 al 25 junio 2010
- Servicios Sanitarios:¿Cuáles?, ¿Para quién?, ¿Cómo?

DIARIO MÉDICO: "El problema de la sanidad no es de sostenibilidad sino de bajo presupuesto"

La ministra Trinidad Jiménez advierte de que se está hablando cada vez más de problemas de sostenibilidad de la sanidad cuando la raíz del déficit actual reside en los bajos presupuestos. Jiménez ha defendido en el Club Siglo XXI la buena marcha del Pacto de Estado, su apoyo a la concertación con sanidad privada y su firme oposición al copago.

LA MINISTRA SE MANIFESTÓ EN EL CLUB SIGLO XXI: "Digo que no al copago, porque quienes los plantean lo hacen para disuadir la demanda y paliar el déficit y eso me hace pensar si es correcto disuadir a un ciudadano con el pago de 20 euros de acudir al médico, cuando nuestra obligación es proteger su salud. Y si es pago es menor, ¿realmente disuade?¿Realmente palía el déficit? Para no quebrar la equidad en el acceso habría que cobrar diferente en función de la capacidad del paciente y el coste burocrático de algo semejante es mucho mayor que la recaudación".

"El problema de la sanidad no es de sostenibilidad sino de baja presupuestación. En 1986 España dedicaba el 4,5 por ciento de su PIB a sanidad y actualmente dedica el 6 por ciento, y eso teniendo en cuenta que se han incorporado importantes avances médicos, innovaciones farmacéuticas y nueva población. Eso significa que gestionamos la sanidad de forma muy eficiente. Somos de hecho el segundo país que menos gasta en sanidad de la UE, sólo por delante de Grecia y el único que ofrece un sistema universal y gratuito. Creo que lo estamos haciendo bien y que el déficit que arrastramos es por el bajo presupuesto". Y ese problema se ha tratado de resolver con la reforma del modelo de financiación autonómica, "pero corresponde luego a los presidentes autonómicos presupuestar en sus regiones, saber a qué dedican el dinero".

DIARIO MÉDICO: Diez casos posibles en que la tecnología no cura, sino mata

Dicen que lo que no te mata te hace más fuerte, y es una frase hecha a medida para la tecnología sanitaria: salva vidas, pero también puede matar. El Instituto ECRI, de Estados Unidos, ha alertado en un informe de los diez principales riesgos y da algunos consejos para evitarlos.

R. Sierra - Viernes, 4 de Diciembre de 2009 - Actualizado a las 00:00h.


Contaminación cruzada con endoscopios flexibles. La mayoría de los incidentes derivan de una incorrecta desinfección y esterilización de los dispositivos o del uso de equipos dañados o defectuosos. Para reducir estos problemas, el ECRI recomienda asegurarse de que existe un protocolo correcto de procesamiento para cada endoscopio del inventario, revisar periódicamente estos protocolos, revisar cada paso para confirmar que está descrito con el suficiente detalle y garantizar que las guías y protocolos están accesibles al personal.

Alarmas. Los sistemas de alertas clínicas, que avisan a los clínicos de si existe algún riesgo para el paciente, son útiles para evitar daños e incluso salvar vidas... siempre que la alerta llegue al médico. Son frencuentes los efectos adversos reportados al ECRI relacionados con un mal uso o funcionamiento de estos sistemas, por lo que es recomendable preguntarse, antes de adquirir uno, si el modo en que se gestionan las alarmas es lógico, seguro y consecuente con la práctica clínica.

Fuegos quirúrgicos. No son habituales, pero cuando ocurren resultan extremadamente peligrosos para el paciente y los profesionales. Su principal causa es la presencia de una atmósfera enriquecida con oxígeno cerca del campo quirúrgico, lo que rebaja la temperatura a la que los combustibles arden, y son especialmente frecuentes en cirugías de cabeza, cara, cuello y pecho, donde bisturíes y cauterizadores eléctricos y láseres son instrumentos habituales. El ECRI, junto con la Fundación para la Seguridad del Paciente en Anestesia, recomienda evitar el uso de oxígeno puro para mantener la saturación sanguínea en este tipo de cirugías. Es imprescindible contar con un protocolo contra incendios.

Radiación en tomografía computarizada (TC). Cerca de 6.000 casos de cáncer en Estados Unidos son causados por la alta dosis de radiación de la TC. Por ello, es fundamental evitar la duplicación de pruebas y estar completamente seguro de que los beneficios de la técnica diagnóstica superan a sus riesgos antes de indicarla.

Fragmentos u objetos olvidados en cirugía. Son bastante frecuentes los casos de instrumentos y otros cuerpos extraños encontrados en el interior de un paciente tras someterse a una intervención quirúrgica. Para reducir este riesgo es preciso revisar concienzudamente el instrumental antes del uso para asegurarse de que no hay ninguna pieza defectuosa que pueda desprenderse, inspeccionarlos de nuevo tras la cirugía, realizar un recuento preciso de los dispositivos utilizados antes y después de la operación y recurrir a sistemas de seguridad como la identificación por radiofrecuencia del instrumental.

Heridas con agujas u objetos afilados. Se trata de un riesgo que afecta a todo el personal sanitario y no sanitario, además de a los pacientes, y su principal peligro es el contagio de patógenos como el VIH o la hepatitis. Los profesionales, por tanto, deberán estar adecuadamente entrenados en el manejo de estos objetos y recordar que los sistemas de seguridad no siempre funcionan.

Equipos informáticos. Las tecnologías de la información se están volviendo cada vez más imprescindibles en la práctica médica, por lo que si los sistemas no están bien planeados, implantados y dirigidos pueden poner en riesgo no sólo la seguridad del paciente sino también la eficiencia.

Grapadoras quirúrgicas. Los principales riesgos evitables derivan de su uso incorrecto, que incluye la mala colocación de la grapadora sobre el tejido, la inserción defectuosa de los cartuchos de grapas y la interferencia de otros instrumentos.

Objetos metálicos cerca de la resonancia magnética (RM). No sólo pueden causar daños a las personas sino que cabe la posibilidad de que inutilicen equipos costosísimos, por lo que es recomendable instalar detectores de metales para equipos y pacientes y restringir el acceso al área de RM en la medida de lo posible.

Focos de fibra óptica. Cabe la posibilidad de que la luz arda o de que lo haga el cable. Para evitarlo, hay que asegurarse de que los cables son de la talla adecuada para el dispositivo, evitar dejar la luz encencida cerca de objetos inflamables y adquirir sólo equipos con sistemas de seguridad

jueves, 22 de octubre de 2009

Sugiero lectura crítica del artículo de opinión "La autopsia de la sanidad pública"

OPINIÓN
La autopsia de la sanidad pública
Publicado el 21-10-2009 , por Gabriel Calzada en Expansión

Los españoles empezamos a deshacernos de nuestras alucinaciones en torno a la sanidad pública. El detonante de este brusco despertar ha sido la publicación de estudio sueco elaborado por Health Consumer Powerhouse con la ayuda de la Unión Europea.


El estudio advierte de que la sanidad pública española «se deteriora año tras año». En esta edición nuestro país se sitúa en el puesto 22 de los 33 países estudiados, detrás de Portugal y delante de Croacia.

El informe saca los colores a quienes nos cuentan año tras año desde la Carrera de San Jerónimo que tenemos uno de los mejores sistemas de sanidad pública del mundo. Los derechos de los pacientes, la información al paciente, la incorporación de las tecnología de la información, el acceso a un especialista y las listas de espera son los aspectos en los que peor puntúa nuestro sistema médico dirigido por políticos. La ministra de sanidad, Trinidad Jiménez, no se da por enterada y sigue erre que erre asegurando que «España dispone de un Sistema Nacional de Salud que se sitúa entre los mejores del mundo desarrollado». Eso sí, acto y seguido la ministra reclama un pacto que asegure la sostenibilidad del sistema y pide a los ciudadanos que crean en el modelo.

El único elemento al que se puede agarrar Jiménez para poner a la sanidad pública en semejante pedestal es el informe de la OMS del año 2000, que situaba la situaba en la sexta posición del mundo. Su publicación supuso todo un escándalo y no ha vuelto a realizarse porque debido a su metodología se anteponía la igualdad a cualquier otra consideración.

Servicio de calidad
La ex ministra del Partido Popular Ana Pastor tampoco se queda atrás al afirmar tras la publicación del estudio de Health Consumer Powerhouse que «hemos conseguido que nuestro sistema sanitario sea reconocido como uno de los mejores del mundo y que los ciudadanos lo defiendan y le otorguen una alta valoración.» A lo que inmediatamente añade un «pero» muy grande: «pero la Sanidad, como servicio público básico, ha de ofrecer un servicio de calidad».

En otras palabras, que somos los mejores de cara a la galería pero no estaría mal llegar a ofrecer verdadera calidad algún día. Mientras que la ministra y la ex ministra confirman el diagnóstico sueco de manera indirecta, los lectores de elmundo.es lo hacían directamente contestando a una encuesta sobre la calidad de nuestra sanidad pública en la que apenas se le otorgaba un aprobado raspado (5,6 de 10).

Con todos sus aciertos, el estudio sueco sólo muestra algunos síntomas de la enfermedad que sufre nuestro sistema público de salud y no identifica el origen del problema que no es otro que la Ley General de Sanidad de 1986. El 29 de abril de ese año la clase política socializó la sanidad en torno a tres pilares: acceso en condiciones de igualdad, universalidad y gratuidad. El acceso en condiciones de igualdad –una quimera donde las haya– se implantó mediante la creación de ambulatorios por todo el territorio nacional. Esta política, combinada con el precio cero de los servicios que ofrecían, acabó con el ejercicio libre de la medicina en este país.

La radicalidad del legislador se observa mejor en el carácter universal del sistema impuesto. Imagínese que Zapatero dijera hoy que porque hay una pequeña porción de la sociedad que no logra comprar los alimentos que necesita, va a implantar un sistema de comedores para todos los españoles y que si uno quiere comer otra cosa lo tendrá que pagar sin derecho a recuperar lo que ha pagado en impuestos para la financiación de esos comedores estatales. Si en el campo alimenticio este modelo no tiene sentido, menos aún lo tiene en la medicina, un ámbito donde cada paciente es distinto y necesita un tratamiento personalizado.

El colmo del disparate se logró con la supuesta gratuidad de la sanidad pública. Primero porque, para quienes la pagan, es cualquier cosa menos gratuita. En segundo lugar porque a precio cero, la demanda se dispara. Igual que no existe un «almuerzo gratis» tampoco hay un tratamiento médico gratuito. Lo que puede pasar es que quien pague no tenga que ver con quien consume el servicio y se trate de hacer creer a todo el mundo que es otro el que paga. El resultado esperable es que la mayoría de la ciudadanía quiera consumir sin medida. En efecto, el paciente español visita al médico más de 10 veces al año, un 60% más que la media europea, y acude un 50% más a urgencias que en el resto de países desarrollados.

Este esquema, típico de un país socialista, tiene multitud de efectos perversos bien conocidos por nuestros pacientes: la poca racionalidad en el uso de los recursos debido a la ausencia de competencia y a la nefasta gestión pública de en el campo de la logística que produce continuos cuellos de botella; la masificación de las consultas, que hace que los pacientes sean tratados como si se tratara de ganado y que ha hecho que surja una plataforma de médicos que reclama tener 10 minutos (¡!) para cada paciente; las temidas listas de espera para las operaciones quirúrgicas; la huida de miles de médicos a otros países donde se les paga mejor y se les ofrece un entorno de trabajo más atractivo y con más futuro; los controles de precios en los fármacos que están acabando con la investigación, el desarrollo y la innovación farmacéutica en España por mucho que la ministra diga que «aspira a asegurar que la innovación» en este campo ; la escasa y deficiente información al paciente con el objeto de contener el gasto en fármacos. Estos no son más que algunos de los problemas que aqueja nuestra sanidad que se ven sin siquiera tener que auscultar al paciente.

Aumento del gasto
A los políticos, claro, ni se les ocurre que el problema pueda ser su modelo ultraintervencionista. Por eso todas sus «soluciones» pasan por aumentar el disparatado gasto. Sin embargo, el gasto de la sanidad pública ha aumentado hasta pasar del 10% del PIB sin que los síntomas remitan. Pero no hay que deprimirse. No todo son malas noticias. Según el estudio sueco la excelencia sanitaria se puede encontrar en España pero «depende demasiado de la posibilidad de que el paciente pueda permitirse el pago de un seguro privado» con el que al menos complementar el servicio público.

Es evidente que los autores del estudio no saben que en España hay algunos ciudadanos que sí pueden acceder a la sanidad privada sin tener que pagar dos veces. Este es el caso de los funcionarios del estado que forman una casta privilegiada que goza de cierta libertad de elección médica. A pesar de que este segmento de la población tiende a ser, sociológicamente hablando, de los más intervencionistas, año tras año entre el 83 y el 86 por ciento elige la sanidad privada.

Nada dura eternamente, ni siquiera la sanidad pública española nacida en el 86. El día que todos tengamos los mismos derechos y podamos elegir haremos la autopsia al sistema público y nos preguntaremos cómo fuimos capaces de aguantar tanto tiempo un modelo tan deficiente, caro y falto de libertad.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Ahora mismo

Ahora mismo
El sueldo de los funcionarios
Publicado el 29-09-09 , por Francisco Cabrillo

Como todos los años, la subida del sueldo de los funcionarios se ha convertido en un tema de discusión a la hora de elaborar los presupuestos del Estado, comunidades autónomas y ayuntamientos.


Y, como todos los años, en este debate no se están abordando las cuestiones fundamentales de la estructura salarial de los empleados públicos. Es lógico que cualquier incremento en el coste salarial sea visto con preocupación por los ministros y los consejeros de Hacienda.

En un país con tres millones de funcionarios un aumento de los sueldos, por pequeño que sea, tiene efectos importantes en las cuentas públicas. Un ejemplo sencillo: un incremento de sólo 30 euros al mes, en promedio, para cada funcionario, le costaría al contribuyente más de 1.200 millones de euros en el curso del año.

Pero el problema más importante no es éste. Dos son las cuestiones que deberían preocupar a los gestores de la administración pública: el número de funcionarios y la estructura de los salarios en el conjunto del sector público. A ninguna de las dos, sin embargo, se les presta la atención que merecen.

Como se ha dicho en muchas ocasiones, el problema del coste salarial de los empleados públicos no es que cada uno de ellos gane mucho dinero, sino que su número es excesivamente alto. Y lo que es aún más grave, las cifras han crecido mucho en los últimos años.

El desarrollo del modelo de la comunidades autónomas ofreció en su día una buena oportunidad para mejorar la Función Pública de forma paralela al proceso de descentralización. Pero las cosas se hicieron mal. La eficiencia no mejoró y el número de funcionarios aumentó de forma espectacular.

Exceso de contrataciones
El problema de exceso de contrataciones se agravó, además, en los años de bonanza económica. Las comunidades autónomas y los ayuntamiento dispusieron de un gran volumen de recursos financieros y una parte importante de ellos los utilizaron para crear más puestos de funcionarios.

El aumento de gasto público quedó así, en buena medida, consolidado. Por lo que la fuerte caída de ingresos que estas entidades han experimentado como consecuencia de la recesión ha puesto en serias dificultades su financiación para el año actual y –me temo– también para los próximos años.

La sociedad española necesita plantearse seriamente cuáles son las funciones que debería tener un sector público y adecuar a ellas sus dimensiones. No tiene sentido pensar que el gasto del Estado, las comunidades y los ayuntamientos tiene que seguir creciendo porque existen muchos problemas sociales por resolver. No habría límites para razonamiento de este tipo.

Estrecho abanico salarial
Otra cuestión, de la que se habla menos todavía, es el abanico salarial tan estrecho que existe en las administraciones públicas. Si se comparan, por ejemplo, las diferencias que existen, por un lado, entre el sueldo del director general de una empresa privada y un administrativo de la misma y, por otro, entre los sueldos de empleados de nivel equivalente en el sector público, es fácil observar que la separación es mucho menor en este último. Y esto plantea serios problemas para la existencia de un sector público eficiente que ve cómo, día tras día, muchos de sus mejores funcionarios dan el salto a la empresa privada.

Si la comparación se realiza entre los ingresos de personas del mismo nivel de ocupación, se confirma la imagen antes obtenida. En niveles bajos los ingresos salariales son, en el sector público, superiores a los de la empresa privada. Se llega entonces a un punto de inflexión y, a partir de él, el sector privado empieza a pagar más que el público.

Y las diferencias en los puestos de más alto nivel de responsabilidad, son espectaculares a favor de la empresa privada. Y hablamos de sueldos medidos en términos estrictamente monetarios. Si se toman en consideración también los horarios, las vacaciones, las exigencias en lo que se refiere a la actividad del empleado, etc., las ventajas que la administración pública ofrece a sus funcionarios –especialmente de los niveles inferiores– son aún mayores.

Si casi nadie se atreve hoy a decir estas cosas en voz alta, más difícil será aún que algún gobierno se decida a poner en práctica reformas que acerquen la estructura de salarios del sector público a la de la empresa privada.

Pero, mientras no se adopten medidas de este tipo, no será posible pensar siquiera en elevar realmente los niveles de productividad de la administración pública. A veces se tiene incluso la impresión de que las cosas pueden evolucionar en sentido contrario. Cuando, como ocurre en la actualidad, se habla de congelación salarial o de incrementos muy bajos para los funcionarios, se pide discriminar en el ajuste a favor de los salarios más bajos.

Tal medida puede parecer un acto de justicia social. Pero reduciría aún más un abanico salarial ya muy estrecho; y dejaría las cosas aún peor de lo que están. Son otras las medidas que habría que adoptar.