La prescripción de una correcta ingesta alimentaria (basal, líquida, túrmix, absoluta,…) contribuye, y es muy importante, para la recuperación de la salud. Quizás este país se está desnutriendo y eso esté perjudicando su salud. Austeridad sí, pero bien entendida. La verdad es que la situación es cada vez más preocupante. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades casi una década. El euro nos alentó, al poder camuflar nuestra falta de competitividad. La burbuja inmobiliaria y la alegría de un sistema financiero, escasamente regulado, alargó nuestra alegría. A la competitividad no se le ha dado la importancia debida y la productividad no se aumenta de un día para otro. Ahora, sin crecimiento económico, con casi cinco millones de desempleados, con un defícit público no aceptado por la eurozona, con una prima de riesgo muy elevada por la desconfianza de los mercados, sabiendo lo que ha pasado a países vecinos, cuando ya no aguantamos más, no podemos devaluar nuestra moneda, por lo que nos vemos obligados urgentemente y sin dilación a disminuir nuestros costes unitarios. Por un lado el sector privado, generando cada día más desempleo y por otro en el sector público, en vez de definir y sólo ofrecer unos servicios coste efectivos, vamos por el camino fácil cual es la disminución de salarios. En algunos casos hemos parado de pagar, pero no de gastar. ¿Hasta cuándo seremos capaces de seguir dando más, sin incrementar los impuestos o utilizando el copago?, ¿es paliativo o curativo, sirve para algo, aumentar impuestos o utilizar el copago cuando lo que se ofrece es de dudosa efectividad?, ¿quién va a impulsar el crecimiento económico a unos niveles en los que se genere empleo?, ¿cómo?. El poder político en vez de tomar decisiones genera confusión alertando de recortes sociales, confundiendo a la población en vez de explicar la diferencia entre esencial y necesario. La patronal cree que la base de sus problemas son el sistema financiero y el sector público, sin preocuparse de la innovación, de buscar ventajas competitivas, de reinventarse, de realizar una reingeniería de procesos y de buscar nuevos nichos de mercado. Los sindicatos, en su línea, sin dar razones ni queriendo tener razón, resueltos como siempre a imponer sus opiniones. Eso por no hablar del capital humano y esa generación perdida, no cualificada con difícil reinserción al mercado laboral. La unidad en este momento es más importante que nunca. Esta crisis se vaticinaba iba a durar diez años y ya llevamos cuatro. De no realizar un punto de inflexión en la tendencia que llevamos, las dificultades serán cada vez mayores y perderemos mucho todos en el camino. La austeridad, mal entendida, puede ser como una dieta mal prescrita en la contribución a la recuperación de salud de un paciente perjudicado.
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