Una derrota para cambiar de derrota
José Antonio Marina
LA DERROTA es una experiencia amarga, ante la que se puede actuar con torpeza o con inteligencia, según se aprenda o no algo de ella. Un comportamiento torpe ante la derrota es negarla, maquillarla, echar la culpa a otro, escurrir el bulto, lo que conduce a la agresividad y al autoengaño. Mala solución. También es torpe pasar al extremo contrario, agrandar el desastre, culpabilizarse en exceso, hundirse en la desesperanza, porque nos lleva a la pasividad y a renunciar a intentarlo de nuevo. El triunfo también puede encajarse estúpidamente. Lleva entonces al engreimiento y a la prepotencia. Por eso, los inteligentísimos romanos hacían que durante la ceremonia triunfal, un esclavo mantuviera la corona de laurel sobre la cabeza del general vencedor diciéndole continuamente Respice post te, hominem te esse memento, es decir, «Mira hacia atrás y recuerda que sólo eres un hombre».
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